sábado, 22 de noviembre de 2008

Diga: "treinta y tres"

"Treinta y tres."
-Otra vez.
"Treinta y tres."
-Una vez más. Un poco más fuerte, por favor.
"¡Treinta y tres!"

Hoy, 22 de noviembre de 2008, he llegado a una edad que, involuntariamente, me ha recordado a un médico diagnosticando, particularmente cuando uno lo visita por alguna enfermedad respiratoria. De niño me enfermaba con frecuencia de asma, y en alguna ocasión estuve internado en un hospital. Después de los doce años no volví a enfermarme de asma, pero quedé en una condición física tal que, hasta la fecha, no aguanto ni 5 minutos jugando futbol, ni una carrera de 50 metros... ¡hasta mi hijo de 4 años me gana cuando luchamos!, ¡qué bárbaro!.

Por si fuera poco, tengo hipoacusia severa en mi oído derecho, o sea que no escucho casi nada por ese oído, por lo tanto, no escucho en estéreo, sólo en monoaural. Los que me conocen personalmente no me creen que soy medio sordo, porque mi oído musical compensa -dicen- mi deficiencia auditiva; y para terminar mi lamento, mi microtia unilateral me ha hecho vivir en asimetría... a mí, tan cuidadoso de que todo sea simétrico. Bueno, no es cierto eso de "mi lamento", pues he aprendido a vivir con todo eso. ;-)

No quiero cansarlos, ni cansarme, contándoles mis defectos. Sólo me puse a pensar que a estas alturas del juego nadie puede darse el lujo de ignorar su estado de salud, y mucho menos cuando se tiene una familia que me espera cada noche al regresar del trabajo.

Cuando alguien va al médico, por lo general siempre sale con algún hábito por cambiar: "ya no comas eso", "procura comenzar a hacer aquéllo", "trata de reemplazar ésto por eso". Si se trata de mejorar o cuidarse, los cambios son necesarios. Algunas veces los cambios son dolorosos, o cuestan mucho, pero si pueden proporcionar un poco más de tranquilidad, valen la pena.

En mi vida tengo aún muchas cosas por cambiar y muchas otras por hacer, pero hay que estar bien en todos los aspectos para cumplir las metas.

Espero dentro de un año poder decir: "treinta y cuatro". ;-)

Hasta luego.

¡Ah!, ¡se me olvidaba! La nota cultural: por si alguien no lo sabía, los doctores piden decir "treinta y tres" (33) porque al pronunciarlo se produce una vibración en los pulmones (debido a la baja frecuencia que produce tan significativa frase) que le permite al médico hacer un diagnóstico del sistema respiratorio, escuchando con el estetoscopio en la espalda del paciente.

Ahora sí, hasta luego.