miércoles, 29 de abril de 2009

Una vez fui niño


Hace tiempo leí un artículo en el periódico donde entrevistaron a algunas personas y les preguntaron qué pensaban que serían de grandes cuando eran pequeños. La mayoría de los entrevistados no se dedican actualmente a aquello que soñaron de niños. Por ejemplo, había un vendedor que de niño quería ser doctor, y una ama de casa que quería ser conductora de televisión. Cuando leí el artículo me puse a pensar en lo que yo quería ser, de grande, cuando era niño. Como casi todo niño, yo quería ser bombero, y de alguna manera lo soy, cuando en mi trabajo me llaman para atender alguna emergencia :-D. También quería ser buzo, pero nunca pude superar mi temor a sumergirme (de sobra está decir que no sé nadar). Cuando salí de la primaria, platicando con mi maestro de sexto grado, él me preguntaba qué carrera me gustaría estudiar. Yo le dije que me gustaba la electrónica y que quería ser ingeniero. Ahora, veintitantos años después, soy ingeniero, aunque no en electrónica.

De niños nos formamos ideales. De niños podíamos soñar, imaginarnos cosas, decir lo que pensamos, actuar sin inhibiciones, jugar toda la tarde, pelearnos y volver a ser amigos en cuestión de minutos, preguntar cualquier cosa y emocionarnos con facilidad.

Entre las cosas que más disfruté cuando era niño, están los paseos a la playa con mis papás, ir en la noche al malecón en Veracruz, subirme a un árbol para leer el 'Selecciones' o cualquier libro comiendo ciruelas; las paletas de hielo de sabores grosella y vainilla, viajar en tren, ir los domingos al kiosko del pueblo a comprar mi cómic favorito y algunas noches al cine, hacer cada dos semanas un viaje de 5 horas en autobús escuchando mi walkman para ver a mis papás, jugar H.E.R.O. en un Atari 2600 (que no era mío, porque nunca tuve uno) al salir de la escuela, ver pasar a aquella niña algunas tardes, acompañar a mi papá o a mi mamá a sus trabajos, hacer dibujos en las hojas de telegramas y en las hojas en blanco de las enciclopedias, los viajes familiares en el carro, escuchar los sones de Oaxaca que mi mamá canta en zapoteco, y muchas cosas más.

No sé qué tanto de aquél niño que fui aún existe en mí, pero cuando juego con mis hijos me doy cuenta de que es bonito ser niño, y que hay cosas que nunca se olvidan, a pesar de los años, y ¡qué bueno!, pues de lo contrario no podría estar a la altura de las circunstancias al jugar con ellos. Uno de mis mayores anhelos es que mis hijos puedan decir algún día: "una de las cosas que más disfruté cuando era niño... era estar con mi papá".

Feliz día del niño.