miércoles, 3 de junio de 2009

Naomi Yamile, mi pequeña escritora


Fue la niña más esperada de 1998. Es mi primogénita y una de las herederas de mi legado, si es que tengo alguno. Ella nació un domingo por la tarde, en la colonia Roma, en la Ciudad de México. Los chocolates me tomaron por sorpresa, pues habíamos pensado en todo: el hospital, cómo pagar la cuenta y a la doctora, su primer nombre, su segundo nombre, ...todo, menos en los chocolates. Salí corriendo a una tienda cercana y compré todos los "Carlos V" que había, para repartirlos. Su carita es la misma que la de su mamá, y también su mirada. Su llegada representó para mí la mayor alegría en ese momento, y aún hasta este día me sigue llenando de satisfacciones.

Siempre ha mostrado inclinación por la cultura y las artes: aprendió a leer desde los 4 años, y desde entonces se enamoró de la lectura; dibuja, pinta, compite en oratoria, escribe y compone canciones: la letra y la música (no exagero, es verdad); ya comencé a enseñarle a tocar la guitarra, pues un talento así no puede ni debe desperdiciarse: sería un crimen cultural.

Ella ha comenzado a escribir, por voluntad propia, sin presiones de su papá (o sea, yo), y sin ayuda; pueden leer un poco de lo que escribe en http://naomisanchez.blogspot.com/. Le gusta imaginar, hacer planes para cuando sea grande; es una niña soñadora, pero centrada en su realidad; muchas veces, cuando platicamos, me parece que es mucho mayor por la forma en que habla, su vocabulario (¿quién le enseñó todas esas palabras?), la forma tan sutil que tiene para decir las cosas sin herir ni lastimar a nadie, y la manera en que cuida de sus hermanos y hasta de mí. El otro día en la escuela casi lloró cuando todos en su salón la nombraron como "la mejor amiga", porque ella ayuda a quien lo necesita y sus amigas siempre la buscan para que les aconseje, y no cualquiera tiene ese don.

Este próximo viernes la operarán para que pueda oír mejor (no escucha completamente y eso, lamentablemente, lo heredó de mí). Pero su microtia nunca ha sido un obstáculo para que ella destaque, y nunca ha mostrado ni un poquito acomplejada, y eso me hace admirarla porque es pequeña, pero le gusta competir y sobresalir. Yo sé que ella va a lograr cualquier cosa que se proponga (aunque quiera ser chef de cocina, no importa, mientras sea la mejor y disfrute siéndolo), y yo seguiré disfrutando cada uno de sus éxitos como si fueran míos, porque el éxito de un hijo es también el éxito de un padre, así como su dolor también es el mío. A pesar de todo esto, esa característica congénita que compartimos nos ha hecho muy unidos y a mí me ha enseñado a comprenderla mejor.

Esta noche, mientras escribo estas líneas, no puedo evitar que se me salga una lágrima (en realidad, varias): soy igual de sentimental que ella. Daría cualquier cosa por que no tuviera que pasar por una cirugía siendo ella tan pequeña, pero es necesario porque, ante todo, quiero que no tenga limitaciones y que disfrute de la vida con todos sus sentidos bien abiertos, porque ama la vida, la naturaleza, ama a Dios y por todo lo que ella es se merece disfrutar de todo eso.

"Te amo, hija. Sé fuerte, sé audaz. No tengas miedo, aquí estoy."