domingo, 25 de marzo de 2007

Más que una mascota

Yara era más que una mascota: era la compañía de mi mamá. Cuando ella se quedaba sola en casa (pues yo me había casado ya, y mis hermanas estudiaban la Universidad y no vivían en casa de mis papás, porque les quedaba lejos de la escuela), Yara le hacía compañía. Yara era una perra de raza Pastor Alemán que vivía con mis papás.

Mi mamá dice que Yara era como una persona, pues siempre que le hablaba, parecía como si entendiera lo que se le decía. En realidad a mi también me parecía que era muy "entendida". Se portaba bien con los niños, le gustaba mucho correr y era obediente. La palabra que mi mamá usa para referirse a ella es noble, "una perrita muy noble".

Yara llegó a nuestras vidas un día como hoy. Esmeralda y yo acabábamos de casarnos hacía pocos meses y ya esperábamos a nuestra primera hija. Antes de Yara, mis papás tenían una mascota, una perrita Fox Terrier que murió atropellada justo el día de mi boda, momentos antes de salir nosotros rumbo a la luna de miel. Todos nos sentimos muy tristes, pero especialmente mi mamá. Mi abuelita, mamá de mi mamá, murió al poco tiempo y la tristeza de mi mamá fue mucho mayor. Poco después, una alumna de uno de mis cursos ofreció regalarme una cachorrita Pastor Alemán, e inmediatamente pensamos en regalársela a mi mamá, pues quizá le ayudaría a aliviar un poco la tristeza y le haría compañía. Fue una gran decisión; Yara (así le puso por nombre) resultó ser la compañía que le hacía falta.

Yara estuvo con nosotros nueve años, hasta que enfermó. Ya no podía caminar y se la pasaba la mayor parte del tiempo dormida. Mi mamá ahora sufría al verla así, pues Yara había sido siempre muy ágil y juguetona. Hace sólo unos días Yara murió. Ese día fue muy triste para toda la familia. Cuando hablé por teléfono con mi mamá esa noche para tratar de consolarla, comprendí que Yara cumplió su misión: fue la compañía de mi mamá por nueve años y el perro fiel de la familia que amanecía a los pies de mis papás, y acompañaba a mi papá cuando iba a comprar el periódico; que podía estar al lado de mi mamá toda la tarde a cambio de una caricia en la cabeza, unas palabras cariñosas y una comida preparada especialmente para ella. Creo que su cariño siempre fue bien recompensado, y que el recuerdo de sus momentos felices estará siempre con nosotros.

Por todo eso Yara fue más, mucho más que una mascota.

jueves, 8 de marzo de 2007

Hribana' lii stale

"Te extraño mucho", en zapoteco. La lengua zapoteca es una de las más bellas lenguas de México, se habla en Oaxaca y es la que habla mi mamá. Desde niño la escuchaba hablar con mis tías y no entendía nada. Eso no ha cambiado, aún la escucho hablar en zapoteco y no logro entender más que unas cuantas frases, pero para mi es suficiente con oírla, aunque no comprenda.

"Aunque no comprenda...", lo dije como si siempre hubiera comprendido todo lo que me decía, y en español, pero la verdad es que no es así. No comprendemos lo que nuestras madres nos dicen, hasta que somos mayores y queremos que nuestros hijos entiendan eso mismo que nosotros no pudimos o no quisimos comprender. Ella siempre ha sido como muchas mujeres que tienen la enorme responsabilidad de cuidar que sus hijos sean hombres y mujeres de bien, educarlos, estar al pendiente de que hagan sus tareas, después de haber ella trabajado todo el día, ya en la oficina o en su casa, y que aún después de haber hecho todo eso se da tiempo para escucharlos y aconsejarlos. Sólo una mujer puede hacer todo eso.

Es precisamente ella quien me enseñó muchas cosas de la vida, a valerme por mi mismo, a esforzarme, a aceptarme tal como soy y a no sentirme intimidado frente a los problemas. Así son las mujeres del sur de México. Así es ella, una mujer que trabajó desde niña y que ha sufrido, pero que por su forma de hablar y sonreir pareciera como si sus alegrías hubieran sido mayores que sus penas. Eso es lo que yo quiero creer, y quiero hacer que sus alegrías sigan siendo muchas.

La extraño mucho, aunque le llamo por teléfono con frecuencia. La distancia hace más evidente la falta que me hace. Extraño esas ocasiones cuando platicábamos en la noche, mientras todos dormían, y le podía contar tantas cosas. Extraño cuando ella regresaba de la oficina y me llevaba un dulce. Extraño su mirada, tan profunda y tierna, que me dice tanto sin una sola palabra. Extraño sus comidas repetidas, porque sabía cuánto me gustaban, y todavía. Extraño su risa, sus historias tantas veces contadas, pero que ella las cuenta como si yo nunca las hubiera escuchado, aunque me las sé de memoria. Extraño sus palabras, que son las mismas palabras de su mamá, mi abuelita, y que, quizá inconscientemente, son las mismas palabras que ahora les digo a mis hijos.

Ella va a leer estas líneas pronto. Para ella (para ti) son estas palabras de su hijo mayor: "Nñaa, hribana' lii stale. Lii nga nannú pabiá nga nadxié lii".

viernes, 2 de marzo de 2007

No estoy, pero deja tu mensaje después del tono...

Últimamente no he tenido oportunidad de escribir algo que valga la pena compartir; no se trata de escribir por escribir, pues siento un profundo respeto por el tiempo que cada uno de ustedes dedica para leer mis líneas (algo que agradezco de verdad). Algunos me lo dicen personalmente y otros poquitos lo ponen por escrito. De cualquier manera, muchas gracias.

Pero tampoco quiero que crean que ya me olvidé de actualizar mis weblogs o que ya se me acabaron las palabras (créanme, aún tengo muchas, muchísimas), sino que estoy pasando por una etapa de alta (y harta) carga de trabajo, aunque ya pronto escribiré algo más; es en serio.

Por lo pronto les aviso que Karime está por cumplir 5 años y que sus cien kilómetros ya se han convertido en mil.

Hey, ya casi me voy a dormir, pero se me ocurre que si alguien quiere que platique de algo en particular, ponga su comentario por favor (no importa que sea anónimo), y así tendré más cuerda para rato. Sé que con esto me arriesgo a que se evidencie el reducido número de lectores de mis weblogs (la popularidad nunca ha sido generosa conmigo), pero no importa, tomaré el riesgo; creo que mi auto-estima aún no llega a "niveles de reorden" y además en estos momentos me estoy tomando una dosis de "no-pasa-nada" que me recetaron. Adelante, escriban algo... ¡manifiéstense!

Hasta luego.